Las Tablas de Daimiel, los humedales de las brujas

Ya hemos volado en otra ocasión a Barahona de las brujas, aunque no este el único pueblo que se arroga para sí el título de brujeril, un adjetivo del que han estado años renegando y del que ahora se sienten tan orgullosos que no solo reivindican los nombres de sus hechiceras más famosas, sino que organizan festivales, conferencias y hasta aquelarres en aquellos lugares por los que antiguamente las brujas pululaban en secreto escondidas en las sombras de la noche.

Uno de estos casos es Daimiel, en Ciudad Real, uno de los pueblos de Castilla-La Mancha donde más procesos se siguieron contra las brujas. No es extraño, si tenemos en cuenta que muchas de estas mujeres acusadas de brujas no era más que curanderas, sabias herederas de saberes antiguos de etnobotánica, conocedoras del poder de las platas y de su uso y recolección. Y precisamente la riqueza de plantas la proporciona el entorno: el ecosistema del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel y las singularidades del Guadiana gozan de un endemismo especial que ofrece un “supermercado natural” a quien conozca los secretos de las plantas.

Los humedales de las Tablas de Daimiel son perfectos para determinadas plantas (La vuelta al mundo en 80 mitos)

Una de estas farmacólogas de raza tuvo que ser la bruja más conocida de la zona, Juana Ruiz, de las que algunos testigos afirmaban que salía de noche por la chimenea de su casa y que la habían visto en el cementerio postrada y semidesnuda, con un candil en la mano, al lado de las tumbas y buscando huesos humanos. Juana no lo negó, pero se defendió alegando que los quería para practicar un conjuro con el que salvar a su hija enferma. Parece que la creyeron, porque en 1541 el Tribunal de la Inquisición la absolvió de las acusaciones que pesaban sobre ella.

Su caso fue uno de los seis sobre los que existe constancia escrita en los archivos del Tribunal de Toledo entre los siglos XV y XVI y que sucedieron en Daimiel. Apolonia «La Forastera», Isabel de la Higuera o Ana Díaz también fabricaban pociones y ungüentos con los que decían curar enfermedades mientras pronunciaban oraciones en las que invocaban al demonio o convocaban conventículos a la luz de la luna.

El parque nacional de las Tablas de Daimiel conserva un ecosistema propio (La vuelta al mundo en 80 mitos)

Ahora, las brujas de Daimiel han vuelto a la vida. En noviembre, el mes tenebroso, los vecinos y visitantes, candil en mano, se adentran en las marismas de las Tablas y recorren bajo la luna los mismos caminos que seis siglos antes recorrieron las hechiceras en busca de ingredientes para sus pócimas y ungüentos.

Celebran el fin de semana de  «Daimiel, Pueblo de Brujas», cuyo plato fuerte es una visita teatralizada al Parque Nacional Tablas de Daimiel, en la que no solo se descubre la realidad y la leyenda de estas mujeres malditas, sino que, podrás verlas acechando en las sombras, tras las sarmentosas ramas de los bosque de taray, recogiendo  jopozorras en las aguas remansadas y  ranúnculos en la isla de Pan .

La barca de Daimiel, testigo mudo de las noches y los días (La vuelta al mundo en 80 mitos)

 Y cuentan que si te asomas al espejo de los humedales cuando la luna está lo bastante llena para iluminar las Tablas, puedes ver sus rostros ojerosos mirándote desde el pozo de los siglos en fondo cercano de sus aguas .

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