El tesoro del capitán Kidd está en Nueva York

 

Cuando pensamos en una Isla de Tesoro nuestra mente nos lleva indefectiblemente a bellos islotes ocultos entre las aguas turquesas del Caribe. He perdido la pista de cuantos he recorrido tras los pasos de las riquezas escondidas por piratas: República Dominicana, Costa Rica, México, Colombia, Venezuela… Siempre hay una pequeña isla cuyas palmeras se mecen con el viento y en las que el sol se oculta dorando la arena que esconde las monedas del oro pirata.

Pero nunca pensé que la búsqueda del tesoro me llevaría hasta la capital del mundo. Y no era un tesoro cualquiera, sino el tesoro del famoso Capitán Kidd, un tesoro legendario que ha encendido la imaginación y el deseo de numerosos buscadores de tesoros desde su muerte en la horca en 1701. Desde entonces las elucubraciones  acerca del paradero de  su inmenso tesoro han corrido como la pólvora de sus cañones.

Por si fuera poco, el tesoro de Kidd, como la lotería, se encuentra repartido en diferentes partes del mundo, para que podamos ser más lo que optemos a hacernos ricos.

Verán, se sabe que  Kidd dejó enterrado parte de su tesoro en  Gardiners, una pequeña isla cerca de East Hampton, aunque este sí que fue encontrado y desenterrado por el gobernador  de Boston, Bellomont, y enviado a Inglaterra como prueba contra el capitán pirata.

Pero el tesoro de Kidd no conoce fronteras, y en Asia también abundan las leyendas. Allí se cuenta que Kidd atacó una isla japonesa llamada Takarajima, donde sus piratas asesinaron a los isleños y escondieron un tesoro en una cueva.

Lo cierto es que los cazatesoros siguen vivos y en 1983 dos escritores que buscaban el  tesoro que Kidd había enterrado supuestamente en la isla de Hon Tre Lon, en Vietnam, fueron detenidos por cruzar ilegalmente la frontera.

Pero lo que muchos ignoran es que una de las islas en  las que el famoso pirata  enterró parte de su tesoro está rodeada no de aguas turquesas y arrecifes de coral, sino de  coches amarillos, ruido y gente. Mucha gente. Porque este legendario tesoro se encuentra enterrado al parecer, en Liberty Island, en la ciudad estadounidense de Nueva York.

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Lo cierto es que Kidd, aunque escocés de nacimiento, se casó con una neoyorkina, vivió aquí y regresó a la ciudad  de los rascacielos cuando supo que era buscado por las autoridades.

La leyenda cuenta que el capitán, antes de ser detenido, enterró su tesoro en la isla de Bedloe, ahora conocida como Liberty Island. Y si algo hemos descubierto en estos años viajando por el mundo en pos de los mitos es que donde hay una leyenda sobre tesoros hay un buscador que se la cree. O dos.

Y es que según recogía en un artículo  el New York Times del 14 de agosto de 1892, dos soldados destinados en Fort Wood decidieron buscar el tesoro que tenían tan a mano. Para encontrarlo, acudieron a un vidente, quien les ordenó buscar bajo la luna llena de la medianoche la roca más plana que pudieran encontrar.

Al parecer encontraron la roca y el tesoro, pero también al fantasma del capitán Kidd, lo que les hizo desmayarse del susto. Al despertar, fantasma y tesoro habían desaparecido, y ellos, por listos, se ganaron un día de arresto en el cuartel.

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El tesoro, según cuentan, sigue ahí, tan cerca de la estatua de la Libertad como solo puede estarlo un mito o una ironía, formando parte del imaginario neoyorkino y desafiando a la realidad, a los urbanitas y la racionalidad más simplona. Porque si algo estamos aprendiendo en estos viajes tras los mitos es  que las leyendas florecen donde menos te lo esperas, incluso en el asfalto,  siempre que haya alguien cerca que las riegue con sus sueños.

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