Llueve mansamente en Praga, como llueve en los cuentos. El suelo empedrado resbala a ratos. Mirando las pequeñas casitas de colores no me parece raro que me hubiesen contado que en estas viviendas habitaban enanos.
Pero sin duda la leyenda más conocida es la que da nombre a este callejón situado al lado de la catedral de San Vito y adosado al muro del castillo: La calle de los Alquimistas.

En 1582 el emperador Rodolfo II se instaló en el Castillo de Praga, donde trasladó su interés por la astrología, la magia y la alquimia. A su alrededor afluyeron astrónomos, astrólogos y alquimistas empecinados en descubrir la piedra filosofal y el elixir de la vida eterna. Y el pueblo, quizás influenciado por la bruma mágica del callejón, decidió que este era el mejor lugar para que viviesen, ayudados seguramente por el nombre sonoro de la calle: “Callejón del oro”.
El nombre, seguramente, viniese de los orfebres y artesanos que vivieron aquí, aunque lo cierto es que estas pequeñas casitas se levantaron en el siglo XVI para acoger a la guardia personal del emperador.
Pero lo cierto es que los alquimistas no estaban muy lejos… Como en las mejores películas, en el año 2002 y gracias a unas terribles inundaciones debidas al desbordamiento del rio Mosela, unos obreros descubren por casualidad un pasadizo que lleva hasta el subsuelo de uno de los edificios más antiguos de la ciudad, donde encuentran, tras una puerta tapiada, un polvoriento laboratorio de alquimia del siglo XVI.

En el laboratorio subterráneo, sobreviviendo a reformas, guerras y urbanismos, aun se conservaba un atanor, brebajes y pócimas capaces de aturdir los sentidos, y el edificio, situado en el número 1 de la 1 de la calle Haštalská, en la Ciudad Vieja, no tardó en acoger en 2012 el museo Speculum Alchemiae, aunque su relación con la magia es mucho más antigua… Y es que un manuscrito del siglo XVI afirma que, en ocasiones, pasaba por delante de la casa un trineo tirado por cabras y envuelto en llamas, que a los pocos metros desaparecía convertido en una nube de humo…