El Coliseo de Roma, entre fantasmas y demonios

Desde el medievo se rumoreaba en Roma que los demonios habían tomado posesión del Coliseo y reinaban allí a sus anchas. Ahora, según se afirma, solo aparecen en la noche de San Silvestre, el 31 de diciembre, el último día del año.

Se cuenta que esa noche las potencias infernales vuelven al Coliseo con toda suerte de ruidos y olores pestilentes, que suelen pasar desapercibidos con el tumulto de la celebración.

El Coliseo de Roma, nido de demonios (La vuelta al mundo en 80 mitos)

Pero si los demonios campan por dentro del Coliseo, los fantasmas campan por fuera. Fue el emperador Vespasiano quien construyó el Coliseo y es el fantasma de su hijo Tito, quien lo inauguró, el que aun vaga cada noche por los alrededores del monumento.

Muchos piensan que fue la magia negra de sus enemigos la que abocó a Tito al fracaso y a la muerte. Nada más llegar al trono, el volcán Vesubio hizo erupción y sepultó bajo lava y cenizas a Pompeya y Herculano; poco tiempo después, Roma ardió en llamas, y tras el incendio vinieron las plagas… Finalmente, el propio Tito murió por unas fiebres misteriosas creyendo, hasta su último aliento, que su enfermedad era un castigo los dioses.

El Coliseo de Roma, un lugar legendario (La vuelta al mundo en 80 mitos)

Tras su muerte, cuentan que su alma se quedó vagando por los alrededores del Coliseo, y aún hoy hay quien afirma que, si se presta atención, se pueden ver los jirones blancos de su túnica en las noches oscuras.

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